
Bicicletas en la ciudad
Un buen día, el profesor de Física de un instituto entró en su aula con una bicicleta, la puso frente a la pizarra y empezó a impartir la asignatura que hasta entonces tan dura resultaba a algunos de sus alumnos: desde la óptica hasta la electricidad, pasando por la dinámica y la mecánica, todo podía explicarse a partir de esa pequeña maravilla mecánica que los chicos tenían aparcada a la puerta de clase.
Este profesor recogió la experiencia en su libro La Física de la Bicicleta, y le valió el Premio de Pedagogía. A sus 80 años sigue siendo un entusiasta de la bici, y él mejor que nadie es testigo de que la bicicleta tiene dos ruedas, alma y corazón. De la fuerza de sus pedales puede surgir la revolución sostenible y vital que necesitamos en este siglo XXI, sobre todo en las ciudades, donde el tráfico y la contaminación están ennegreciendo la vida. ¡Ya es hora de recuperarla para los ciudadanos!

Urbes más humanas: salud en movimiento
Utilizar la bicicleta a diario no sólo creará una ciudad más saludable, sino que el ciclista ganará salud también. Ir en bicicleta, como cualquier otro ejercicio físico aeróbico (que permite que el músculo tenga el oxígeno necesario) por una parte mejora la forma física y, por otra, proporciona bienestar. Los expertos recomiendan practicar algún deporte como mínimo tres veces por semana para compensar el estilo sedentario de vida que llevamos la mayoría de la población. De hecho, ir en bicicleta es la segunda actividad física más completa después de la natación.
La verdadera contribución a la salud humana de la bicicleta se debe a que su uso ayuda a disminuir la presión arterial. Las fibras musculares del corazón se hacen más potentes y eficientes. Así el corazón puede bombear más cantidad de sangre, y si el esfuerzo es prolongado, permite que la tensión arterial se mantenga estable.
La fuente de energía para ir en bicicleta la aporta el oxígeno, que gracias al pedaleo aumenta la capacidad pulmonar. Además, montando en bici las articulaciones se mantienen más flexibles y aumenta el calcio absorbido por los huesos.
El resultado final es que se equilibra nuestro peso: con el ejercicio eliminamos grasas y con el sudor toxinas. No es necesario realizar un gran esfuerzo para adelgazar y mantener la forma física.
Todo son ventajas en el uso de la bicicleta. Si todos lo comprendiéramos, ganaríamos vida para nosotros y para la ciudad.
Cómo iniciarse: “Mañana voy en bici al trabajo”. Con esta frase puede empezar un nuevo estilo de vida, pero con un programa de entrenamiento el estreno será más cómodo.
Estudia el recorrido con ojos de ciclista. Qué carriles-bici puedes aprovechar, qué itinerario es el más tranquilo… Si pasas por zonas donde está permitido ir por la acera y por zonas peatonales, elige éstas al principio. Si no, escoge calles estrechas.
Practica el recorrido durante el fin de semana. Imagina cómo solucionarás tramos conflictivos (glorietas, desvíos…). Piensa que si te sientes inseguro siempre puedes bajar de la bici y llevarla de la mano hasta encontrar un tramo tranquilo.
Contempla la posibilidad de combinar el transporte público y la bicicleta.
Prevé dónde dejarás la bici cuando llegues.
Estrénate un martes mejor que un lunes.
Sal con tiempo para poder disfrutar del recorrido y no sentirte presionado por la prisa. Cuando te familiarices con el recorrido seguro que lo haces más rápido.
Sonríe de buena mañana. Es el efecto bicicleta.
Comments