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La bebida prodigiosa


La bebida prodigiosa
Té - La bebida prodigiosa

Hace más de 4000 años, con el emperador Sheng Nong, se inició en China el consumo de té envuelto en la leyenda. A medida que se descubrían sus propiedades y se apreciaba su sabor, el té se iba integrando en rituales sociales, artísticos y místicos, siendo ya en el 300 d.C. un bebida habitual. Habrían de pasar más de 500 años para que los persas descubrieran esta bebida y empezasen a transportar sus hojas en barcos y caravanas a Persia y Venecia.


En este periodo el té fue introducido en Japón por Monjes Zen debido a su especial propiedad de mantener despierta la mente sin alterar el resto de las funciones físicas. La exquisitez de este pueblo le ha llevado a crear un arte de la meditación a través de la ceremonia del té, haciéndolo su bebida nacional.


Habría de llegar el siglo XVI para que en Europa se difundieran noticias de una bebida prodigiosa a la que se atribuía el vigor y longevidad de los chinos. Con estas referencias, en el siglo XVII, los holandeses iniciaron su comercialización en Europa, a quienes siguieron los ingleses, que hicieron del reconstituyente té de las cinco de la tarde una seña de su identidad.


La competencia entre ingleses y holandeses por el comercio del té fue brutal. Los barcos de vela más veloces se desarrollaron en aquella época para hacerse con el control de las importaciones de té. Aprovechando su infraestructura colonial, Inglaterra creó un imperio del té, extendiendo su cultivo a India y Ceilán para abaratar sus costes y posibilitar que los beneficios de esta bebida llegasen a todas las capas de la población.

El té llegó a Europa por mar, pero también por tierra, destino a Rusia, en largas caravanas que atravesaban inhóspitos desiertos y estepas desde China. Posteriormente, la creación del Transiberiano permitió que se abaratasen los costes y se extendiese el consumo de té a capas menos pudientes de la población.


Té con limón
Té con limón

Las propiedades del té por colores


  • Té negro, vitalidad… Para crear un té negro hay que favorecer su proceso de oxidación y fermentación retorciendo y enrollando la hoja de té recién recogida. Así, su hoja llega a contraerse hasta cinco veces respecto a su tamaño original, dando lugar a una infusión con más cuerpo. En este proceso va acumulando teína, convirtiéndose en un estimulante más sano que el café. Entre sus acciones beneficiosas demostradas están: el alivio de la fatiga, el aumento del riego cerebral, el fortalecimiento de los capilares sanguíneos y la reducción del riesgo de infarto.


  • Té verde, juventud… Se obtiene deshidratando la hoja del té para evitar que se oxide y fermente. Su elevado contenido en polifenoles, lo hace muy antioxidante. Esto, unido a sus altos niveles de metilxantina, con poder anticelulítico, y de vitamina C, lo convierte en uno de los más efectivos regalos de la naturaleza para cuidar la piel, la línea y retrasar el envejecimiento. También se ha constatado científicamente que en las poblaciones donde se toma diariamente el té verde, baja la incidencia de cáncer.


  • Té azul, armonía… Se da este nombre al té conocido como oolong o dragón negro. Su hoja se ha sometido a una oxidación leve y controlada. Se considera en China un equilibrador del metabolismo. Además es digestivo, antioxidante y depurativo.


  • Té rojo, purificación… La hoja del té es sometida a un proceso especial de fermentación lento en barricas de madera que dura de dos a diez años. Ayuda a depurar la sangre y bajar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico, favoreciendo la reducción de sobrepeso. Permite el tránsito intestinal, y su bajo nivel en taninos son tolerados en las gastritis. Tiene unas excelentes cualidades energizantes, apropiadas para personas con cansancio crónico o depresión.


  • Té blanco, regeneración… Esta afamada variedad de té verde se obtiene deshidratando un tipo de brote aterciopelado de la hoja del té que aparece poco antes de la floración y, al sol, emite destellos plateados. Se ha comprobado que estos brotes de exquisito sabor concentran tres veces más polifenoles que el propio té verde, multiplicando su poder antioxidante y regenerativo.

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